¿Qué es la deflación?

Este fenómeno económico es conocido también por ser el  opuesto a la inflación. En definición aceptada, la deflación es la bajada generalizada de precios de  bienes y servicios en una economía. Para declararse como tal, esta tendencia debe ocurrir al menos durante dos trimestres, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Existen dos detonantes económicos desfavorables que dan origen al proceso deflacionario: insuficiencia de la demanda o exceso de oferta (superproducción). Para las dos situaciones, el final es el mismo. En el primero, la falta de demanda genera que los comerciantes deban reducir sus precios, para así, poder cubrir sus costos fijos. Para el segundo caso, al existir una cantidad superior de bienes en oferta, dada una demanda insuficiente (para ese nivel de producción), la competencia para vender los productos aumentará, y con ella caerá, proporcionalmente, el precio.

En consecuencia de cualquiera de las dos situaciones, se desata un círculo vicioso, o “ciclo deflacionario” en el que la caída de los precios acarrea a la especulación por parte de los consumidores quienes prefieren esperar para comprar. De esta manera, la deflación lleva a resultados negativos en las empresas, lo cual acarrea reducir sus costos variables, como por ejemplo, la plantilla de empleados.

Otro de los problemas que surgen en este fenómeno económico es que el dinero tiene mayor valor en sí mismo que utilizándolo para consumo. Entonces, es donde aparecen las medidas monetarias de carácter político para retraer esta situación. Llegando a cuestiones como: controles de cambio, devaluaciones, maxidevaluaciones, Crawling peg y aumentos de salario por decreto.

En lo que respecta a herramientas fiscales, aparece un aumento del gasto público y una reducción de la carga impositiva. De esta manera, se incentiva al consumo a través de un descenso en el “precio del dinero”, revirtiendo el ciclo.